viernes, 29 de marzo

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Estreno en Royal City

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Verónica ()

Director: Paco Plaza

Intérpretes: Sandra Escacena, Bruna González, Claudia Placer, Iván Chavero, Ana Torrent, Sonia Almarcha, Maru Valdivielso, Leticia Dolera.

Sinopsis: Madrid, años 90. Tras hacer una Ouija con unas amigas, una adolescente es asediada por peligrosas presencias sobrenaturales que amenazan con hacer daño a toda su familia. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Bajo una apariencia de obra de género, de terror concretamente, se encubre principalmente un drama adolescente. En brillantes palabras de la colega Virginia García, algo aún más englobante y preciso, “un gótico vallecano con tintes sociales”. Lo del gentilicio viene a propósito de que su acción transcurre en el barrio de Vallecas al comienzo de la década de los 90, en noviembre de 1991 para ser más exacto.

¿Y por qué digo lo de drama adolescente? Las claves resultan palpables a lo largo del metraje, hasta el punto de que el guión juega con esa posibilidad aunque el final parece dejar las cosas claras. No se olvide que está inspirada en un caso real, el de Estefanía Gutiérrez Lázaro, la susodicha Verónica del título, cuyo desenlace verdadero no les contaré para no chafarles el asunto. El suyo ha sido el único hasta la fecha “certificado” policialmente como de paranormal o sobrenatural dentro de territorio español. Hasta el punto de que el policía encargado del mismo informaría que había sido testigo de fenómenos inexplicables. Tal fue así que acabó abandonando voluntariamente su destino.

Pero volviendo a la pregunta de marras, su concienzudo y más que eficaz director, Paco Plaza (uno de los referentes actuales de este tipo de historias en España, ahí está para corroborarlo la saga REC parida inicialmente en colaboración con un nombre fundamental por estos pagos, Jaume Balagueró) ha señalado con motivo de la presentación de la que hasta el momento es su obra más lograda, que “el mutante más terrible es el adolescente… no hay angustia mayor que el cambio incontrolado”. Coincido con él, pues en ese tránsito o paso de la infancia se produce un cambio muy brusco, nada vuelvo a ser lo mismo.

Aquí se nos proporciona constante información que así lo atestigua y sirve para perfilar a la jovencita protagonista. Arrastra la ausencia de un padre en ese período tan fundamental de su existencia, la madre no se preocupa mucho de ella porque no le queda otra que tener trabajar a destajo para sacar adelante a su familia (por cierto, gratísimo el reencuentro con una madurita Ana Torrent de mirada siempre profunda y lacerantemente expresiva, recuerden, la inolvidable cría de EL ESPÍRITU DE LA COLMENA o CRÍA CUERVOS), se siente agobiada porque es ella la que tiene que sacar adelante a sus tres hermanos pequeños, comienza a sufrir el rechazo de las amigas, carece por tanto vida propia y su primera menstruación acecha a la vuelta de la esquina. Y encima para añadir más sal a todo ello, se le ocurre la idea de jugar a la ouija ¡Para que quiere más!

Creo que con este panorama se pueden hacer una idea de lo que acumula esa atractiva chavala perfectamente encarnada, con pasmosa naturalidad, por una para mí desconocida y estupenda Sandra Escacena. Grita además muy bien y resulta en todo instante de lo más creíble. La acompañan en el rol de los otros miembros de la casa, las mellizas y el pequeñajo, unos igualmente creíbles Claudia Placer, Bruna González e Iván Chavero. Parece ser que ha tenido mucho que ver en esa autenticidad la manera de filmar llevada a cabo por Plaza, a base de teleobjetivos e iluminación desde arriba, lo cual permitía que abordaran el rodaje como si de un juego se tratase. Eso acaba transmitiendo una enorme familiaridad que trasciende, o yo al menos así lo percibo, al patio de butacas. Están francamente, que son casi todas, las secuencias entre ellos.

Para hacernos llegar esto, director y guionistas –el primero también ha asumido este cometido junto a Fernando Navarro- manejan con habilidad y elegancia un amplio porcentaje de los registros habituales en este tipo de cuestiones, desde los simples sustos hasta una tensión bien medida o una atmósfera que, encima,  retrotrae con acierto a la visualización de aquélla década noventera, en la que reinaba –entre otros- musicalmente, como queda suficientemente patente, el gran Enrique Bunbury al frente de Héroes de Silencio y eran muy habituales esas viviendas de ladrillos rojos, un distintivo de barrios suburbiales o periféricos (lo continúan siendo en muchos casos actualmente).

Lástima que en el tramo final, se deje llevar un poco por recursos algo más explícitos y ligeramente “gore”, pues el tono sugerente anteriormente empleado me parecía hasta entonces uno de sus grandes aciertos.

Sí cierta en cambio plenamente al jugar en algunos tramos con la ambivalente sensación de si ocurre realmente lo que se ve en pantalla o es fruto de la imaginación de la chavala.

A la desazón general contribuye la presencia de una monja, que no supone ninguna novedad como personaje (recuérdese la de LA CENTINELA por ejemplo, o la más reciente, aunque sus pupilas se mostraran dilatadas, la de la segunda sensacional entrega de EXPEDIENTE WARREN, EL CASO ENFIELD), pero que no por ello deja de resultar de lo más eficaz para caldear la cosa.

Parece una producción de calidad estadounidense pero sin perder sello e identidad autóctona, cañí. Una de las tres mejores películas españolas que he visto en lo que llevamos –falta aún cuatro importantes meses para que finalice- de 2017.         

José Luis Vázquez