jueves, 25 de abril

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Estreno en Royal City

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Nieve negra ()

Director: Martín Hodara

Intérpretes:
Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Laia Costa, Dolores Fonzi, Federico Luppi, Biel Montoro, Mikel Iglesias, Liah O'Prey, Andrés Herrera

Sinopsis: Acusado de haber matado a su hermano durante la adolescencia, Salvador (Ricardo Darín) vive aislado en el medio de la Patagonia. Tras varias décadas sin verse, su hermano Marcos (Leo Sbaraglia) y su cuñada Laura, llegan para convencerlo de vender las tierras que comparten por herencia. El cruce, en medio de un paraje solitario e inaccesible, reaviva el duelo dormido donde los roles de víctima y asesino se trastocan una y otra vez. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

Agreste, áspero drama familiar de procedencia argentina, definitivamente forzado y fallido. De aparente corte “westerniano”, acaba resultando un falso espejismo, pues se queda tan solo en eso, en apariencia… paisajística.

Me genera la impresión que lo único que pareciera preocuparle al director es llegar a un final catártico, impactante, sin que por ello repare en haber cuidado algo más la credibilidad del llegar hasta allí, pues todo me parece muy artificial, de una intensidad impostada.

El suspense se encuentra estirado de tal manera que se me hace fatigoso, tedioso, sin que atisbe a advertir algo más que alguna que otra crispada salida de tono, que lo único que provoca es conferir a la historia de un histerismo no precisamente beneficioso.

La reunión de los siempre inmensos Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Federico Luppi no cuaja, no da los frutos o el resultado esperado, tienen que pechar con unos personajes planos, incluso molestamente taciturnos y a su aire. Parece como una orquesta en que cada componente va por su lado. La partitura, el conjunto acaba sonando disonante. Se me escapan, además, el por qué de ciertas actitudes o reacciones, pues pareciera que hay un masoquismo incomprensible por parte del que representa Darín.

Y desde luego la intervención de la chica con más presencia, Laia Costa, me resulta meramente decorativa, metida con fórceps. Sus muestras de enfado o dolor son un postizo que no hacen sino acentuar los defectos.

Martín Hodara, en el que es su segundo trabajo tras las cámaras (debutó hace diez años con LA SEÑAL, al tener que sustituir junto al intérprete principal de la misma, el propio Darín, al inesperadamente fallecido Eduardo Mignona), no se luce precisamente, se vuelve a mostrar timorato y encorsetado.

Su toque deviene en espeso, de enflaquecido ritmo y de fláccida tensión. Le falta más desparpajo y le sobra mixtura genérica, algo que en esta ocasión se acaba convirtiendo en un lastre. Me refiero a ese estar a caballo de la tragedia, del cine de intriga, del melodrama efectista quedándose a medias de todo.

En cambio, sí hace gala de un buen uso, de una correcta ambientación en inhóspitos y desolados enclaves patagónicos.

De todas formas, el frío que transmiten sus imágenes se acaba convirtiendo en mi caso en pura gelidez en el patio de butacas, en una aterida sensación emocional. 

José Luis Vázquez