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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Miércoles, 20 de septiembre

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-Regreso de mi sesión de los martes VERSIÓN UCLM, felizmente reiniciada con el nuevo curso y un año más patrocinada por la Universidad de Castilla-La Mancha y me entero del fallecimiento del montador de cine ciudadrealeño José Salcedo a los 67 años, todavía joven:

Fueron más de 150 producciones a los que puso ritmo y transición este ciudadrealeño nacido en 1949 en la capital.

Su debut  se produjo con tan solo 23 años, como aprendiz, como auxiliar y ayudante de otros referentes en el oficio dentro de la industria española, Pablo del Amo y Pedro del Rey. A partir de ahí con un elevado número de los más grandes cineastas patrios, desde el manchego universal calzadeño hasta el añorado José Luis Borau, pasando por Gonzalo Suárez, Pedro Olea, Manuel Gutiérrez Aragón o Jaime Chávarri.

Tres Goyas se llevaría a la mochila (el más laureado en este terreno junto a su maestro Pablo González del Amo y Pablo Blanco) durante su brillantísima trayectoria por tres trabajos a cual mejor, dos para su gran amigo y paisano Pedro Almodóvar, MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS y TODO SOBRE MI MADRE (Óscar a la mejor producción de habla no inglesa) y otro bajo las órdenes de Agustín Díaz Yanes en el que sigue su mejor película hasta la fecha, la dura y desgarradora NADIE HABLARÁ DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO.

Precisamente hace tan solo seis meses, el pasado mes de abril, la Academia del Cinele reconocía con su prestigiosa y más que merecida Medalla de Oro.

Sobre la importancia del arte de montar, de transmitir sentimientos e ideas, de acabar de manipular en el mejor sentido del término al espectador, de cortar adecuadamente, se han escrito miles de tratados constatando la importancia tan fundamental, como tantos otros aspectos, que tiene en la cadena de fabricación de una película. Que se lo digan al pionero S. M. Eisenstein cuando remató su mítica secuencia de la escalera de Odessa. 

Salcedo deja pendiente de estreno la esperada ORO de Díaz-Yanes y NADIE MUERE EN AMBROSÍA de Héctor Valdez.

Descanse en paz. 

-Cuarto estreno del fin de semana que veo este miércoles, ALIBI.COM (ALIBI.COM): Paso un rato entretenidillo.

Me sucede a veces que películas bobaliconas, comedias para más señas, me pillan en un día tontorrón y pasa lo que a lo mejor en otros momentos no lo haría (o sí, dpende), que me caen en –sin exagerar la nota- gracia.

Viene esto a propósito porque el tercer largometraje como director, primero en solitario, del también actor y showman televisivo Philippe Lacheau (37 años) que se presentaba con unas credenciales regulares al beber en cierta comedia norteamericana un tanto burda y escatológica, incluida la representada por los hermanos Farrelly (cuyo hito a fecha de hoy continúa siendo ALGO PASA CON MARY, aunque tienen otras muy buenas como AMOR CIEGO o MATRIMONIO COMPULSIVO) acaba resultándome graciosilla y entretenida.

Hay que reconocer que quien debutara tras las cámaras al alimón con Nicolas Benomau (de este otro ya en solitario he visto este mismo año la aceptable y aceleradamente divertida A FONDO) con la meritoria SE NOS FUE DE LAS MANOS (BABYSITTING) vuelve a conseguir un producto de buen ritmo y de respetable eficacia cómica.

El asunto ya de partida tiene su gracia, una empresa se dedica a buscar coartadas y salidas a quienes quieren engañar a sus parejas preferentemente (también prestan sus servicios a críos que hacen novillos), es aprovechado por Lacheau, que muestra desenvoltura como intérprete (podría ser el equivalente galo de Owen Wilson, hasta en el físico s podría establecer un aire), para tirando de caricatura eficiente y de algunos chistes cogidos con grapas conseguir el objetivo de hacer pasar el rato y poder echar algunas risas (el episodio gitano tiene su indudable gracia).

Lo que inicialmente contemplo con prevención va ganándome moderadamente para su causa. Me acaban resultando simpáticos los secundarios de los que se rodea el caradurilla encargado de organizar los entuertos (como el colega narcolépsico), la química entre la pareja protagonista funciona (lo es también en la vida real, ella se llama Élodie Fontan) y agradezco el esfuerzo por alejarse de patrones demasiados sobados últimamente, como esa comedia costumbrista a lo Danny Boon que se ha acabado imponiendo –con merecimiento en varias ocasiones y con sobreexplotación también- en el país vecino.

Una rom-com resultona a la que si acuden sin demasiadas expectativas y siempre teniendo en cuenta el tipo de humor del que tira, tal vez les pueda proporcionar un rato simpático, sinvergonzón y distraído.

-Segunda y última entrega que recoge algunas vivencias y anécdotas de mi paso durante 8 años por el siempre gratificante Festival Internacional de Cine San Sebastián:

Es inevitable que ante el inminente comienzo –este próximo viernes- de su 65ª edición me invada la más feliz de las nostalgias y melancolías.

1) A Salma Hayek la conocí en la 49ª edición del Festival. Era una de las varias estrellas de la olvidable producción independiente de Mike Figgis HOTEL, en el mismo año que había interpretado con Antonio Banderas la baldía secuela de EL MARIACHI, titulada DESPERADO. Una mujer bajita –poco más de 1,50- pero rotunda,  despampanante, magníficamente proporcionada. Cuando me acerqué a solicitarle un autógrafo, la de Veracruz se dio cuenta que se me iba la vista adónde no debía pese a no ser mi intención la de resultar impertinente en modo alguno, pero se hizo perfecto cargo y me obsequió con una amable sonrisa. Menos mal que fue un encuentro fugaz, claro, el tiempo suficiente para que cierto color asomara a mis mejillas. Piensen que además fue el mismo año en que había aparecido aún todavía más tremenda en ABIERTO HASTA EL AMANECER.  

2) Hablando del cineasta MIKE FIGGIS, en aquél momento ya casado con una actriz tan alta y espectacular como Saffron Burrows (DEEP BLUE SEA), constituyó una las mayores frustraciones de las ocho ediciones a las que acudí por desméritos propios. Estando en la fastuosa fiesta de clausura del Festival, me acerqué a él con la ilusionada intención de agradecerle varios trabajos suyos. Así que comencé mi breve alocución: “Mr. Figgis congratulations on…” y le solté una serie de títulos como INTERNAL AFFAIRS (ASUNTOS SUCIOS) o STORM MONDAY (LUNES TORMENTOSO) y cuál no sería mi sorpresa que se mostró tan agradecido que comenzó a soltarme una parrafada, ante la que tuve que replegar velas soltándole un avergonzado “I do not speak spanish”. En esa época, ya llevábamos en España algunos presidentes de gobierno que esto del inglés o cualquier otro idioma no era precisamente su fuerte. Supuso la primera vez que fui consciente de ese permanente déficit que arrastramos tantos españolitos de una determinada generación.  

3) Fue en la edición de 1998. Me había perdido el pase inicial de (vista después: insoportable) MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS y asistí a uno de los multicines donde ofrecían un pase de la misma para el público, con vistas tan solo a escuchar nada más que la presentación previa de Terry Gilliam (el visionario responsable de las sobresalientes DOCE MONOS y EL REY PESCADOR o de algún otro título notable), el único componente estadounidense de los Monty Python, el tipo más hortera que haya conocido jamás vistiendo chaquetas, sobre todo las de color verde fosforito. Pues bien, a la salida, había un numeroso grupo de gente en el hall y tropecé con un joven al que inmediatamente le solicité mis excusas. Cuál no sería mi sorpresa cuando descubro con enorme sorpresa que el chico en cuestión era el mismísimo ¡Johnny Depp!, el cual esbozó una ligera sonrisa como restándole  importancia. Se había acercado desde Toledo, donde estaba rodando con Roman Polanski LA NOVENA PUERTA, para arropar a su amigo Gilliam. Traía una chupa de camuflaje militar y el look con perilla que utilizaba en esa sugestiva y fallida historia mefistofélica. No estaba inicialmente prevista su asistencia, aunque algo ya se rumoreaba en los mentideros de la ciudad, con lo cual la impresión fue mayúscula.  

En ese instante me encontraba con un colega y buen amigo catalán, Miquel Oró, y ambos decidimos acompañar en procesión a actor y director como séquito de ambos, por la parte antigua de San Sebastián. En mi vida me han seguido ni me seguirán tantas chicas. Depp giraba la cabeza de vez en cuando sonriéndonos divertido y nosotros tan felices flanqueados por numerosa jovencitas con las que entablábamos inmediata conversación, y que surgían hasta de los alfeizares de algunas casas que íbamos dejando a nuestro paso. De repente, se giraron y entraron a un restaurante en el que tenían  reservada mesa. Ahí se acabó bruscamente esta particular reedición del Flautista de Hamelín. Tipo de halo misterioso y enigmático el que me pareció destilaba en ese momento el gran –tal vez el mejor actor de su generación- actor de Owensboro, Kentucky.  

4) La rueda de prensa de Mel Gibson es probablemente la más multitudinaria que recuerde de todas las ediciones a las que asistí. Pese a acudir con cierta antelación, me tocó seguirla sentado en el suelo del pasillo central. Me acuerdo que al hacerle mis preguntas al actor hizo algún chiste sobre mi estatura o posicionamiento dada mi situación. No acabé de entender bien lo que me quiso decir, algo que supongo no sería muy cruel, pues el caso es que aunque  infinitamente más guapo, de muchos centímetros no es algo de lo que pueda presumir. Lo que me llamó más la atención en aquélla ocasión, es que lo noté desdeñoso hacia el Papa y a una supuesta citación a la que no había acudido por quedar previamente con sus amigos. Eso me hizo pensar que a veces hay que poner en cuarentena las etiquetas que vendemos de los demás, como su ultra catolicismo u homofobia con la que le han asignado en muchas ocasiones (su primera y excelente película como director, EL HOMBRE SIN ROSTRO, trataba de las acusaciones infundadas sobre abusos de menores).

Lo que sí recuerdo con especial ilusión es aquella primera proyección en Europa, aquél primer visionado de la maravillosa BRAVEHEART, que me puso los pelos de punta, me emocionó y arrebató hasta el hartazgo. Y mejor aún, aunque parezca tontorrón, verla teniéndole cuatro filas detrás, en una especie de palco a él reservado  en compañía -¡asómbrense!- de alguien en sus antípodas ideológicas: la “trostkista” y fascinante Vanessa Redgrave, inolvidable Isadora o reina Ginebra en la sublime CAMELOT, parte de cuyo rodaje tuvo lugar en España, en el Alcázar segoviano sin ir más lejos, en parecidas localizaciones a las utilizadas por Orson Welles para MR. ARKADIN, como felizmente me descubrió mi socio y mejor amigo David Vicente.  

5) Las biografías dicen que mide “tan solo” 1,82, pero a mí me pareció infinitamente mucho más alta de dicha asignación, supongo sería por su excesiva delgadez. Me refiero a la teniente Ripley, a Sigourney Weaver, la protagonista igualmente de la admirable EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE, curiosamente protagonizada con Mel Gibson.

Asistió para presentar fuera de concurso MI MAPA DEL MUNDO. Me pareció una mujer reposada, culta, elegante. Un magnífico ejemplo del star system más instruido y educado de Hollywood. Con ella no hubo pie para anécdotas llamativas, pero dejó la fragancia de las mejores y más discretas estrellas. Es la más alta que he conocido en persona de la industria, junto a Saffron Burrows, Geena Davis y la imponente Kathryn Bigelow. Claro que a todas las supera el Christopher Lee de 1,99 que conocí en el Festival de Sitges.

6) También dejó fragancia Susan Sarandon, una de las actrices más intensas pese a su apacibilidad, inteligentes y lúcidas que haya conocido durante mi dilatada experiencia profesional. Justo los momentos previos a recibir su premio Donostia, con un sugerente vestido negro escotado, estaba sola alejada del séquito con el que entraría en el Victoria Eugenia a recibir su galardón y aproveché para acercarme a ella desde las vallas, recordarle una pregunta que le había hecho por la mañana e indicarle un OK de aprobación por lo guapetona que iba. Su profunda y amable sonrisa fue otro de esos reconstituyentes momentos que nunca olvidaré.