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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Viernes, 20 de enero

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Foto: cinemaniaec.wordpress.com (Ruth Negga y Joel Edgerton en Loving/Loving)

-De AMC recupero una película que me decepcionó cuando la vi en la sala de cine hace quince años… y ante este nuevo visionado no he cambiado de opinión, LA MANDOLINA DEL CAPITÁN CORELLI (CAPTAIN CORELLI´S MANDOLIN):

Al menos visualmente se deja de ver, pero eso no tiene porqué conllevar precisamente un elogio compensador respecto a lo demás.

Podía haber sido una película épica, romántica, de mucho fuste; desgraciadamente no es así. El director John Madden, que venía de cosechar un importante éxito con su muy bonita SHAKESPEARE IN LOVE (SHAKESPEARE ENAMORADO) patinó al encarar esta historia de amores, griegos, italianos y una isla ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se queda en la mera corteza, no escarba adecuadamente en las relaciones, Penélope Cruz está como para no pagarle el sueldo aunque siempre luce mona por su fotogenia,

Fueron varios colegas los que la calificaron en el momento de su estreno como correcta, calificativo al que me sumo pero por debajo del aprobado. Me resulta insuficiente. Hasta la mandolina del título podía haber generado una música de mayor calado, de ensoñación. También este apartado es desaprovechado.

En cuanto a mi incondicionalidad por Nicolas Cage vuelve a tener aquí otra prueba de fuego. No lo puedo evitar, siempre, o casi, me cae bien, pese a haber sido habitualmente fusilado por una parte de la crítica. Tal vez si lo escuchara a menudo en su versión original, igual cambiaba radicalmente de opinión, pero la imagen que proyecta me agrada. Será ese aire lánguido que suele gastar, ese parecer que viene de otra época o lugar, me ha resultado siempre simpático, molón.

Lo mejor, la presencia de John Hurt y una preciosa frase que exclama sobre el amor, tal vez una de  las mejores definiciones escuchadas jamás tras la de EL APARTAMENTO (las hay muy buenas). Lo define de manera desnuda, profunda, la que se suele aplicar cuando uno está al cabo de los años y las experiencias, sobre todo en su etapa más otoñal aunque sirve para cualquier otro momento de la existencia, referido a cuando el volcán da paso a lo que verdaderamente importa, a la lava sedimentado, sin que por ello se le haya de quitar un ápice de valor –y de importancia- a su vertiente de pura fisicidad/sexualidad. Más o menos dice así: “El amor en sí mismo es lo que queda cuando la pasión se ha consumido ¡No parece emocionante… pero sí lo es!”.

En cualquier caso, esto no palia nada, el best seller de Louis de Berniéres padeció una pobre traslación. Flojita.

-Qué placer me supone siempre disfrutar de un exponente del Oeste de la época clásica y dorada de Hollywood.  Me lo vuelve a permitir La Regional con el pase de madrugada de EL CAZADOR DE RECOMPENSAS (THE BOUNTY HUNTER):

Además es breve, otra cualidad añadida.

Modélico y sintético western de serie B perteneciente la brillantísima serie que el director André De Toth realizara durante los 40 y 50 (este constituyó el sexto y último), teniendo como protagonista al icónico y adecuadamente pétreo Randolph Scott. Nada  que envidiar a la prestigiosa e igualmente nutrida tanda de los que interpretara, también en la misma década de los 50, para otro grande, Budd Boetticher.

Pueden disfrutar también de la presencia con secundarios de postín como Ernest Borgnine, al año siguiente de esta producción, en 1955, protagonista de todo un terremoto cinematográfico, MARTY, la historia de esos dos adorables seres no agraciados físicamente, con la cual el director Delbert Mann daría  un puñetazo en la mesa ante tanto ficticio glamour, maravilloso pero propio de las cocinas hollywoodenses. También están profesionales característicos tan relevantes como Dub Taylor, Dolores Dorn, Marie Windsor o Paul Picerni.

Posee un clima de intriga policial que le sienta muy bien. Y hasta más de un aficionado ha apuntado, con cierto tino, que está rociado también de ciertos aspectos sociales, a la hora de definir la profesión del doctor u otros detalles curiosos.

Está ejemplar y modestamente narrado. Una prueba de cómo en 78 minutos se puede contar una convencional pero buena historia de cazadores  de recompensas, bandoleros instalados en una aparente respetabilidad, jóvenes y agradecidos delincuentes de medio pelo regenerados, chicas resolutivas y probos ciudadanos.

Su pionero formato 3-D no es adecuadamente disfrutado en el pase televisivo, apenas se advierte en un plano de un sombrero volando hacia la cámara tras ser atravesado por un tiro.

-Elijo como estreno del fin de semana, hay unos cuantos a priori merecedores de tal atención, una  producción estadounidense titulada LOVING (LOVING):

Vuelve a ofrecerse en una pantalla una historia real, la del primer matrimonio interracial aprobado en el estado de Virginia y que  tuviera lugar en la década de los 60. 

Esta historia real de amor interracial en el segregacionista estado de Virginia de los 50-60, rezuma verdad, vida, calor, intimidad. Precisamente en este último registro radica una de las mejores y numerosas virtudes de esta producción sentida y hondamente lírica, sin innecesarios martilleos.

No busca la ostentación, ni la petulancia, ni la pompa, ni la fácil denuncia. No necesita tirar de épica, o en todo caso si ésta se encuentra latente lo está al contrario, a la inversa de lo que suele ser habitual, sin agitar banderas.

LOVING es reposada, calmada, serena, queda y calladamente airada, tranquilizadora pese a la marejadilla de fondo contenida en sus pliegues. De narrativa admirablemente sobria y clásica, algo cuya principal responsabilidad cabe atribuir a su magnífico director, el “arkansiano” –de Little Rock- Jeff Nichols.

Su filmografía no es todavía abundante, es aún muy joven, cuenta solo con 38 años, pero los cinco títulos que la componen, los cuatro al menos que conozco –el anterior a éste, MIDNIGHT SPECIAL, lo tengo todavía pendiente-, suponen todo un logro artístico, hasta el punto de poder situarlo en el nutrido pelotón de cabeza de los mejores directores estadounidenses, mundiales, en la actualidad.

Tanto su debut, con la no muy conocida SHOTGUN STORIES, como la sorprendente TAKE SHELTER, como esa luminosa MUD, deudora de las atmósferas y el espíritu de Mark Twain, o esta última firmada hasta la fecha, constituyen piezas maestras de una considerable lucidez, madurez, todo un dechado de paulatina depuración de estilo, alejadas de molestos artificios, apelantes a la esencia de lo que importa, en la mejor tradición de ese cine clásico en el que los norteamericanos han sido y siguen siendo los reyes.

Aquí hasta se permite remitirse a tiempos silentes, pues en buena parte de su metraje, no necesita apoyarse de texto, de palabras, para transmitir el máximo de sensaciones, de emociones.

Por tanto, lo más importante acaba siendo la sugerente, la contenida puesta en escena, por supuesto, pero igualmente lo es la dirección de actores, la capacidad de los mismos. En concreto de esa pareja que conforman un taciturno Joel Edgerton y una cálida, una extraordinaria Ruth Negga. Su rostro me cautiva desde el minuto uno, me lleva a su territorio de bondad sin aspaviento alguno.

Ninguno de los dos necesita de vocinglerías, ni de estridencias, para transmitir su recíproco amor, su día a día, el paulatino y robusto crepitar de su pasión reposada, la perseverante construcción de su familiar hogar.

Repiten muchos de mis colegas, tanto a propósito de su relación como de la película en sí misma, el término sutil. Lo suscribo, exuda eso… y también delicadeza en todo momento. Y ojo, qué habla de asuntos, de cuestiones mayores, ante las que era muy fácil soltar el freno o recurrir a excesos. Pero no, lo resultante es un primoroso y pudoroso ejercicio de maestría narrativa, un precioso y elegantemente reivindicativo romance.

Quisiera destacar para finalizar que agradezco que no caiga en el sentimentalismo facilón, en el melodrama lacrimógeno, lo cual tampoco me parecería mal si desplegara arte, estilo, pero no cae y ello me resulta en este caso especialmente ejemplar.