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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Jueves, 27 de octubre

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Foto: Orange Crate Art (Peter Falk en El sindicato del crimen)

-La Regional continúa rescatando estimulantes títulos de pretéritas épocas del Hollywood dorado. Esta vez se trata del hoy en día un tanto oculto drama criminal EL SINDICATO DEL CRIMEN (MURDER, INC.):

Qué gran labor de las televisiones cuando ponen en contacto a los cinéfilos, a los espectadores en general, con obras de casi imposible acceso en los prime time actuales.

No me extrañaría nada que el brutal y expeditivo Joe Pesci de UNO DE LOS NUESTROS (GOODFELLAS) hubiera tenido muy presente al abordar su papel al  personaje gansteril encarnado por Peter Falk en esta violenta, rayana en lo despiadada, y excelente producción policiaca filmada justo treinta años antes. Supondría el debut en la gran pantalla del que a los pocos años encarnaría a uno de los detectives más populares de la televisión, el teniente Colombo. Me refiero a Peter Falk. Tal fue su relampagueante irrupción que sería nominado al Oscar como mejor secundario. Un año después repetiría casi idéntico cometido, otro fuera de la ley, pero este mucho más apacible y amable, en la célebre comedia de Frank Capra UN GANGSTER PARA UN MILAGRO.

También constituye el debut tras las cámaras del robusto cineasta estadounidense Stuart Rosenberg, firmante de obras, sin alejarnos de estos parámetros, tan destacables como CON EL AGUA AL CUELLO, SAN FRANCISCO CIUDAD DESNUDA, BRUBAKER o la extraordinaria LA LEYENDA DEL INDOMABLE, otro drama delicuencial, este de cariz carcelario, en el que Paul Newman retaba a Ernest Borgnine a comer una ingente cantidad de huevos podridos. Rosenberg no finalizaría este rodaje, se encargaría de ello el productor Burt Balaban, al secundar una huelga de actores que se produjo el mismo año de la filmación.

Este vitamínico “thriller” de capos, sicarios, policías y fiscales posee un ritmo altamente disfrutable, secas y cortantes escenas de crímenes y una crónica de hechos que resulta divulgativa, centrada en como los bajos fondos neoyorquinos que operaban en el Bronx, fueron organizándose con redes de matones (la formidable secuencia inicial pre créditos resulta de lo más ilustrativa) durante la década de los 30 y comienzos de los 40.

Precisamente en este terreno, en el de la ambientación, es donde cojea ligeramente esta propuesta, pues más bien parece que transcurra en los 50-60 fecha de su producción que en décadas atrás. Esto resulta patente sobre todo en las escenas de las coristas y en las de la decoración de interiores de los pisos.

En cambio el apartado interpretativo resulta irreprochable, con uno de esos abundantísimos actores norteamericanos de enorme solidez, Stuart Whitman (LOS COMANCHEROS, RÍO CONCHOS), secundando a Falk, en compañía de la que es su pareja fílmica, la espectacular sueca May Britt, cuya mayor notoriedad en lo cinematográfico la alcanzaría con su primera aparición en Hollywood trabajando con el mismísimo Marlon Brando en la magnífica EL BAILE DE LOS MALDITOS, o emprendiendo al poco tiempo un “remake” nada más ni nada menos que del célebre EL ÁNGEL AZUL que inmortalizara Marlene Dietrich. Curiosamente, su mayor picacho de fama lo alcanzaría por motivos alejados (relativamente, pues allí lo conoció) de los platós de rodaje. Por su matrimonio interracial con Sammy Davis Jr. en una época especialmente conflictiva para la legislación al respecto y los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos.

Un título olvidado y a recuperar, principalmente por parte de quienes se consideren adictos al género, para descubrir uno de los cimientos sesenteros de lo que vendría durante la fértil década de los ochenta y noventa, la de la citada UNO DE LOS NUESTOS, EL PRECIO DEL PODER, ERASE UNA VEZ EN AMÉRICA, CASINO, DONNIE BRASCO, ATRAPADO POR SU PASADO o tantas otras perlas.

-Casi suponía un reto la programación en los multitudinarios JUEVES CINE de ELLE (ELLE), una malsana, turbia y antipática, también de lo más inquietante y apasionantentemente climática, producción francesa del holandés itinerante Paul Verhoeven:

Con la resaca de La Fiesta del Cine todavía humeante, la respuesta de los aficionados vuelve a ser gratísimamente sorprendente. 

Tras el segundo visionado en un espacio de dos semanas, no hay cambio alguno respecto a mi apreciación sobre la misma. Si acaso reafirmarme en el talento de su director a la hora de crear climas turbios, desasosegantes, personajes con los que resulta muy complicado poder identificarse pero de lo más perturbadores, que sabes además que no son tan disparatados ni infrecuentes, que pueden estar ahí, a la vuelta de la esquina.

Leí por algún sitio que constituye “una dura reflexión sobre la familia y una mirada corrosiva a los caprichos del deseo”. Isabelle Huppert es una mujer fría, que ha aparcado los sentimientos, y de la que según vamos averiguando su pasado –ay, el peso de éste, siempre está ahí, aunque el aquí expuesto resulte atípicamente aterrador- se puede “entender” su gelidez, ese renunciar a convertirse en víctima tras haberse enfrentado en su niñez al mayor de los horrores.

Menos mal que Verhoeven vuelve a sacar a la palestra un reconfortante humor negro, irónico, desestabilizador. Se pueden rastrear las influencias del cine que más le apasiona, el de Haneke, Buñuel (esa coja provisional Huppert me remite a la Catherine Deneuve de TRISTANA), Polanski, De Palma.

Da sustos, pero ese no es su objetivo, al menos no el principal. Más bien es el de crear un clima malsano, enrarecido, morboso. El jugar con los sentimientos de culpa del espectador, ir contra lo establecido, la moral imperante. Para lograr todo ello, rodó con dos cámaras colocadas la una al lado de la otra, acudiendo también a una manual, generando así un aspecto de permanente alteración, de fisgoneo, como de alguien que está observando permanentemente. Al fin y al cabo, su obra se pringa en el más genuino voyeurismo. El que practicara su seguramente admirado Hitchcock en LA VENTANA INDISCRETA.

Huppert ofrece otro de sus recitales interpretativos, desde la contención es capaz de resultar de lo más inquietante. Y eso que reconoció que en algunos momentos se perdía un tanto con las peculiaridades de su personaje (no es para menos). Es una actriz descomunal. Y físcamente está espléndida a sus ya cumplidos 63 años.

Soy consciente que un trabajo de estas características genera desazón en la mayor parte de los asistentes, no provoca empatía alguna, pero me parece de lo más meritorio, audaz, saludablemente provocador, una provocación intelectual claro.

No redonda, pero sí una notabilísima película.