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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Viernes, 26 de agosto

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Foto: www.themoviegourmet.com (Jesse Eisenberg y Kristen Stewart en Café Society)

-Comienzo a lo grande, pero que a lo muy grande, el prometedor y fértil fin de semana cinematográfico. Ni más ni menos que con el último y magistral trabajo del genial hipocondríaco, bueno más bien alarmista (como en su momento dejó aclarado en el Teatro Jovellanos de Gijón ante el regocijo generalizado del auditorio), neoyorquino Woody Allen, CAFÉ SOCIETY (CAFÉ SOCIETY):

El octogenario cineasta continúa en plena forma y siguiendo la estela de las previas, extraordinarias pese a no ser así de clamorosa y unánimemente recibidas y centelleantes MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA e IRRATIONAL MAN. No así alguna anterior como las más bien decepcionantes y fallidas VICKY, CRISTINA, BARCELONA o A ROMA, CON AMOR.

Con esta evocación romántica en todos los sentidos, se desquita a base de bien, de lo lindo. Triunfa plenamente en un terreno en el que recientemente han llegado a fracasar los mismísimos hermanos Coen, en recrear el mundillo que sostenía al Hollywood dorado, en esta ocasión una década y media, más o menos, anterior. Sin pestañeo alguno, proclamo que supera con creces a ¡AVE, CÉSAR! en terrenos similares, aunque no tanto en lo que a sus registros se refiere.

De paso recupera ecos de antiguas obras maestras suyas como MANHATTAN, pero recubriendo el blanco y negro de ésta de un deslumbrante colorido. De esa luz, de esas preciosas tonalidades entre amarillentas y ocres, tan habituales y propias de su último cine, lo que le confiere a esta historia de encuentros y desencuentros amorosos una pátina, un irresistible corte decadente, melancólico, otoñal, utilicen los adjetivos similares que ustedes más deseen.

Y qué maravillosamente bien vuelve a hablar del amor, de las jugarretas que gasta éste, de sus vaivenes, del permanente debate entre razón y corazón, de sus turbulencias, del poso amargo que nos reserva tras los naufragios, de sus disyuntivas, de su plenitud y ocaso, de las marcas indelebles que acaba dejando y que nos arroja bruscamente de la ingenuidad al resentimiento, de esas segundas oportunidades baldías, en fin, la sucesión temática en torno a la cuestión podría ser de lo más inabarcable.

Pese a ser considerado ese el asunto principal, casi se nos regalan dos películas en una. La más presente, palpable y patente es la del ya reseñado romance puro y duro a varias bandas, pero teñido del escepticismo propio de estos tiempos; la segunda es un perfecto ejercicio de homenaje al cine gangsteril, tan pujante en las taquillas de la época en que transcurre la trama. Algo así como aquella operación llevada hace treinta años por Stanley Donen con el musical y el melodrama pugilístico en MOVIE, MOVIE pero fusionándolo todo en uno. También se permite algún comentario corrosivillo sobre la industria y sobre sus criaturas.

Por supuesto vuelve a hacer gala y despliegue de humor, alegría, ocurrencias, chascarrillos brillantes. Esta vez resulta divertido sin provocar el descoyunte. Y se permite un buen –también habitual- muestrario de chistes sobre judíos, algunos de una demoledora y simpática efectividad, como alguno de los diálogos entablados por los padres del protagonista,  un más que convincente Jesse Eisenberg, de nuevo uno de esos personajes que actúan como alter ego del propio Allen.

Y, desde luego, qué guapas saca –y es que además lo son- a sus actrices, pues aparte de saber escogerlas, las rodea de un aura, de un magnetismo, de un resplandor, que provocan, al menos en mí, que cada vez que les regala un plano, sea imposible apartar la vista de la pantalla. Sucedía con Emma Stone en los dos títulos citados al comienzo y sucede aquí con unas estupendas, espléndidas y bellísimas Kristen Stewart (qué bien está evolucionando la carrera de esta reina “crepusculiana”) y Blake Lively (cotizadísima a fecha de hoy).

No se llamen a engaños, pese a que transmite muy buen rollo, a que la música vuelve a ser de primera, la dirección artística exquisita, transpira jovialidad, bajo toda esa carcasa esconde desazón, amargura, tristeza, melancolía. Como hago casi siempre, me quedo con los momentos de fulgor, de esplendor en la hierba, después ya sabemos que la vida no es la melaza que nos ha arrojado –felizmente- tantas veces el cine americano.

Al igual que Eastwood, Scorsese u otros grandes y veteranos cineastas, ojalá al gran Woody le queden combustible y capacidad suficientes para seguir regalándonos gemas como ésta durante una buena y lo más extensa posible temporada.

Frases:

“La vida es una comedia escrita por un comediógrafo sádico” (Jesse Eisenberg)

“El amor no es racional, si estás perdidamente enamorado pierdes el control” (Steve Carell)

“El amor no correspondido causa más muertes al año que la tuberculosis” (Paul Schneider)

“Sócrates decía que una vida no examinada no vale la pena vivirla… pero una vida examinada tampoco es una bicoca” (Steve Carell)

“Hollywood es muy aburrida, asquerosa y despiadada” (Jesse Eisenberg)

“Tienes una mirada soñadora” (Steve Carell)