jueves, 28 de marzo

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Barricada Cultural

 

El oyente (Digresiones surrealistas de una estudiante de Derecho)

por Mercedes De Miguel González

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Ordenando papeles, me topé el otro día con algo que recordaba vagamente. Era un periódico (si se le puede llamar así, puesto que constaba de una sola hoja, aunque tamaño poster y por las dos caras) que editábamos unos compañeros y yo en la Facultad de Derecho de la Complutense, allá por el año 84. El contenido de mi sección era algo parecido a esta de ciudarealdigital.es, es decir, reflexiones pseudo-filosóficas que las más de las veces se encaminaban por derroteros surrealistas. Transcribo esta que encontré:            

«Tengo un amigo que estudia Teleco y que, por si fuera poco difícil su carrera, pretende empaparse de otros saberes. Esa es la razón de que en sus horas libres, en lugar de visitar el bar de su Facultad, se venga a la nuestra, pero no a tomarse unas birras, sino a colarse en clases de forma aleatoria para aprender Derecho a ratitos. Y como lo mismo se cuela en una de primero que en otra de quinto, y todos los conceptos de las diversas materias se le mezclan, termina con una empanada mental que le va a hacer enloquecer si no detiene sus ansias de conocimiento. El otro día, sin ir más lejos, me comentaba lo interesante que le habían parecido las últimas a las que había asistido de Derecho Internacional Canónico, Romano Laboral e Historia Procesal, y me preguntó en qué consistía exactamente el delito de “manumisio con agravante de usufructo”. Una vez pude contener los estertores que me había provocado la risa, y todavía entre espasmos, le respondí —intentando mantener una máscara de circunspecta seriedad— que, en realidad, la manumisión no estaba tipificada como delito en la Ley General Tributaria, sino que era una condictio sine qua non de la compraventa, aunque podía actuar como impedimento dirimente del matrimonio en algunos supuestos, con arreglo al artículo 23 del Código de Justicia Militar. Huelga decir que mi amigo tardó unos días en darse cuenta de que solo estaba bromeando. A partir de ese momento decidió centrarse en lo suyo y no ser tan ansioso».            

Supongo que los lectores, aunque no todos tengáis conocimientos jurídicos, habréis podido percataros perfectamente de la mezcolanza de conceptos.

Y como reflexión al hilo de esto: está claro que, aunque el saber no ocupa lugar, todo tiene un tiempo y un momento, y que el que mucho abarca, poco aprieta. A menos que seas mujer, claro. (Mil perdones a los hombres que lean esto: solo es una boutade que además no he inventado yo).  

mrdemiguelproc@hotmail.com