sábado, 27 de abril

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Barricada Cultural

 

Confesiones dispersas y esperanzadoras

por José Luis Vázquez

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(Reflexiones surgidas al amparo de esa inaprensible red social llamada facebook)

 

Es tiempo de protestas y reivindicaciones, sí, por supuesto, pero también de imaginación, esfuerzo, resistencia a que nos invada la desesperación y esperanza, sobre todo esperanza. Nuestros antecesores pudieron salir adelante tras una devastadora Guerra Civil, nosotros con mayor motivo.

Corren malos tiempos para todo, hablo de Occidente por supuesto, pues en varios puntos del planeta los malos tiempos son permanentes. Pero ya aquí también comienzan a ser preocupantes para lo más importante, para poder comer o para mantener la salud o la propia vivienda. Pero tener claro que eso es lo prioritario, no es óbice para reflexionar que también lo corren para la lírica… la más artística y la vital.  

Pero desde esa educación de la que nunca espero desprenderme, ya que la considero una perenne deuda contraída con mis padres, desde la tolerancia y el respeto, se puede perfectamente exponer lo que uno piensa.  

Y por tanto ahora no, ahora menos que nunca, aunque sea a la pequeña escala en la que nos solemos mover, podemos bajar la guardia. Admito haber sido, como todos, de lo más errático en diferentes tomas de decisiones fundamentales en mi vida, Como todos. Son también unos cuantos los que piensan que soy demasiado diplomático o “bienqueda”. Mi mano inicialmente siempre está tendida a cualquiera, pienso que todo el mundo merece una oportunidad. Pero jamás dejo por ello de intentar pronunciarme siempre sobre cualquier asunto o persona, pues va incorporado a mi piel. Lo que sí trato de no hacer es hablar de aquello que no sé.  

Desde luego, las dudas me inundan cada vez más, pero eso no necesariamente tiene por qué ser negativo, suelen convertirme, convertirnos en mejores personas. No dar nada por supuesto, plantearse preguntas, ya saben…  

Eso sí, el que entienda por mojarse que tenga que posicionarme en algún partido, colectivo o asociación, va de cráneo. En lo único en lo que estoy dispuesto a comprometerme es en aquellas causas, provengan de donde provengan, que vayan a favor de los seres humanos, o que se opongan a las tropelías que contra ellos se quieran perpetrar. En palabras mayores, para que se entienda más rotundamente, contra los integrismos, los etarras, los fascistas, los estalinistas… contra todos aquellos/as que hacen del mundo algo considerablemente atroz, o atacan impunemente la libertad de los demás.  

Ser libertario y librepensador es lo que me pide el cuerpo en este momento de mi vida. No estar adscrito a consignas, dogmas o partidos. 

Yendo a terrenos más “prosaicos”, sí manifiesto rotundo que hay algunas cuestiones en las que estoy poniendo más interés y esforzándome conmigo mismo en los últimos tiempos. En la coherencia, en la verdad, el respeto, la alegría de vivir, la amistad, la paz con uno mismo, la solidaridad bien entendida, el exterminio de la impostura y las poses molestas, la erradicación de la mentira cuando se trata de algo verdaderamente importante… sentimientos, afectos o esas cosas que le dan sentido a nuestra existencia.  

Por supuesto, todo esto es complicadísimo de conseguir, tanto como la piedra filosofal, el Santo Grial o el vellocino de oro, pero la lucha merece la pena. Además, toda esta filosofía de baratillo, la que lean mía o de los demás, nada vale sin gestos concretos, ya que eso es lo único que otorga credibilidad a lo anteriormente expuesto. Es sabido, un hecho vale más que todas las palabras más reparadoras del mundo mundial.

Pero se pueden ir avanzando pasitos. Conviene para ello ir tomando adecuada nota en la vida, sobre todo de los tropezones propios. Sin duda, el ejemplo de algunos amigos/as me sirve de faro/guía, claro que como el propio ninguno... si somos capaces de tomar adecuada nota. Y no es cuestión enumerar ahora los nombres de ese nutrido grupo de amigos, el mejor activo que poseo en este momento de mi vida. Pues lo más importante, ellos saben quiénes son y lo muchísimo que me abastecen de energía para continuar mejorando, aunque sean a la escala reducida de mi pequeña parcelita de vida. Pero por ahí se empieza.  

Y sin olvidar nunca aquella máxima del divino y humano Gregory Peck en la sublime MATAR UN RUISEÑOR, uno de los mejores ejemplos posibles del concepto de ESPERANZA, cuando explica a sus hijos con entrañable dulzura que deberíamos ponernos en los zapatos de los demás para comprender tantas cosas. En realidad, Atticus Finch, el nombre de su personaje, sugiere que “nunca se conoce realmente a una persona hasta que no se han calzado sus zapatos y caminado con ellos”.

Hay un aspecto en el que sí me estoy esforzando y fajando más, lo que no quiere decir que no caiga varias veces en el intento y, supongo, será algo que me seguirá pasando durante toda la vida. Pero merce la pena el esfuerzo. Es en la COHERENCIA. Qué importante es pulir todo lo que se pueda en este apartado. Nos jugamos mucho. Y en la CLARIDAD también con que uno se mueve y manifiesta. Bueno... y en más cuestiones, pero éstas me parecen fundamentales.

Por no desviarme mucho más del asunto inicial, el caso es que esos malos tiempos que corren para la lírica, como bien ha sugerido mi amigo Justo León, aunque generen desolación y dolor “pueden también propiciar cambios y rupturas más trascendentes”. Y añado, revisiones de uno mismo y de los demás.  

Prosigue Justo “los que hacen tambalear los cimientos de escalas de valores corruptas despiertan conciencias, nos  invitan a pronunciarnos y a asumir riesgos frente a la comodidad  y el inmovilismo. No puede haber evolución sin crisis, como no hay parto sin dolor. Las voces que han marcado la Historia, han surgido en momentos especialmente convulsos”.  

Amén. Corren malos tiempos para todo y para la lírica, sí, también, pero en ello no tiene por qué estar incluida la desesperanza. Eso no, la ilusión y la imaginación no debemos consentir que nos la puedan abatir jamás. Provistos de ellas podemos mover las montañas más inaccesibles.  

Por tanto, bajar la guardia pese a los mil reveses... ¡nunca! son momentos para exigirnos mucho más. Y, de vez en cuando, tener muy presente ese impagable consejo que Atticus Finch daba a su hija Scout para continuar avanzando y ser más comprensivos con los demás: "Nunca se entiende realmente a una persona hasta que consideras las cosas desde su punto de vista. Hasta que te calzas sus zapatos y caminas con ellos" 

PD: Mis ejemplos a seguir son Gustavo Molina, Rafa Nadal, Pau Gasol, Iker Casillas, Andrés Iniesta, Fernando Alonso y tantos deportista paralímpicos que nos demuestran con su esfuerzo y actitud todo lo mejor que podemos ser capaces de ofrecer. Son de lo mejor que tenemos en España. Dejémonos de enfrentamientos estériles, reproches, insultos y desuniones, si no, siempre estaremos en el pozo.