viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

Pura decadencia

por Fernando Aceytón Sorrentini

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En tiempos tan zafios como los que vivimos se hace imprescindible para cualquier alma medianamente sensible proveerse del material que coadyuve a “conllevar” tanta bazofia. En este sentido, destaca la publicación por mi editorial favorita, Atalanta, de una maravillosa antología de los mayores exponentes del decadentismo, ese movimiento que significó una particular forma de ver la vida y que siempre fluctuó entre el malditismo y el refinamiento extremo: “El lector decadente”.

El volumen, profusamente ilustrado con retratos de los diversos autores e ilustraciones de Aubrey Beardsley, cuenta con sendos prefacios de Jacobo Siruela y Jaime Rosal, quien explica que el referido movimiento, que se centra en asuntos morbosos, sensuales, alucinógenos, tiene su origen en los momentos posteriores a la derrota en la guerra franco-prusiana. “Frente al surgimiento de una clase capitalista muy adinerada y otra proletaria empobrecida, surge entonces en lo social un sentimiento de frustración moral que afecta a todos los ámbitos de la nación francesa y que se refleja especialmente en la literatura fin de siécle.” Aparece entonces ese adjetivo, decadentismo, utilizado al principio despectivamente, y que se relacionaba con los autores que deseaban romper con lo establecido.

En esta antología el lector se encontrará con el pionero de la corriente, Baudelaire, pero también con Théophile Gautier, Stéphane Mallarmé, Isidore Ducasse, Jean Richepin, Auguste Villiers de L’Isle-Adam (uno de mis favoritos, cuyos exquisitos Cuentos Crueles están publicados en nuestro país por diversas editoriales) o Edgar Allan Poe. En la segunda parte del libro, prologada por Jacobo Siruela, encontramos los autores en lengua inglesa. En Inglaterra el decadentismo fue la respuesta al auge del Imperio, a la consolidación de la Revolución Industrial y a la monetarización de la sociedad, como apunta Siruela. Conoceremos al conde Eric Stanislaus de Stenbock (dormía en un ataúd, viajaba con un mono y fundó el Club de los Idiotas), Max Beerbohm, Aleister Crowley, Aubrey Beardsley y el gran Oscar Wilde, dandi, refinado y genial.

Se acercan las fechas de la apoteosis marisquera. De siempre se ha dicho que los meses con r son los más indicados para el marisco: septiembre y octubre permiten ya su pleno disfrute, pero es en diciembre, con las fiestas navideñas, cuando su consumo se dispara. Los blancos gallegos en general, y la variedad albariño en particular, son perfectos para disfrutar el marisco. En una publicación que sabe lo que dice he visto recomendados tres, y yo voy a hacer lo propio: Pazo Pondal Albariño 2016: vino joven, fresco, directo, expresivo, frutal y equilibrado con ligera acidez. Albarei Áine 2015: selección de viñedos viejos con uvas maduras y crianza sobre lías de tres meses. Intenso, con personalidad, fresco, redondo, salino. Pazo de Señorans Selección de Añada 2009: el vino de mayor gama de esta bodega, con una crianza de 30 meses sobre lías. Un gran vino, graso, con volumen, fresco y aterciopelado. Un grande.

Como vino recomendado, y por si Uds. en su mismidad y libre albedrío deciden no consumir cava catalán, esta semana recomendamos un cava de Requena: Pago de Tharsys Gran Reserva Brut Nature Millesimé 2013. Complejo, redondo, elegante y sutil. Muy recomendable en estas fechas navideñas para platos de ave y pescados como lenguado o rodaballo.

Sigan con salud.

 

Foto: lavozdegalicia.es